miércoles, 23 de enero de 2013

Entrevista a Juan Carlos Tedesco


Juan Carlos Tedesco: “Cumplir las metas en educación no es una utopía sino una realidad posible”

Educador y pedagogo, ex Ministro de Educación de Argentina, especialista en política educacional y el encargado de dar la charla inaugural en la III Reunión de la Mesa del Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe (EPT/PRELAC) Educación para Todos y Agenda post – 2015 a realizarse en México el 29 y 30 de enero.



A doce años de la Declaración de Dakar (2000) y a menos de tres años de la fecha límite para la concreción de las metas de Educación para Todos en el 2015, América Latina y el Caribe tiene la necesidad de revisarse ¿cuál considera que son los focos claves para enfrentar los temas pendientes? 
Creo que la experiencia de la región muestra que la clave sigue siendo una fuerte voluntad política que conciba a la educación como la prioridad en la construcción de sociedades más justas. Dicha voluntad política debería expresarse más allá de los discursos de adhesión puramente retórica. La voluntad política debería expresarse a través de un pacto entre todos los sectores que se comprometen con el logro de las metas y en la asignación de los recursos financieros necesarios. Los países de América Latina y el Caribe están atravesando un período excepcional de crecimiento económico y de condiciones sociales y políticas favorables. En ese contexto, cumplir las metas en educación no es una utopía sino una realidad posible. No deberíamos perder esta nueva oportunidad. 


La reunión de la mesa ampliada de EPT/PRELAC en Ciudad de México tiene como uno de sus objetivos identificar desafíos emergentes y tendencias para su inclusión en la agenda educativa post-2015 ¿qué temas le parece importante incluir en el nuevo mapeo post 2015? 
La heterogeneidad y diversidad de la región hace muy difícil sostener temas que puedan ser comunes a todos. Creo, sin embargo, que en el futuro próximo será necesario incluir con mayor importancia todo lo relativo a la dimensión pedagógica de la acción educativa. Aumentar los recursos financieros destinados a los insumos materiales del aprendizaje (salarios, docentes, subsidios a las familias más pobres, infraestructura, equipamiento, horarios de clase, etc,) es condición necesaria pero no suficiente para mejorar los resultados de aprendizaje y romper el determinismo social de esos resultados. Será necesario realizar un gran esfuerzo de innovaciones y de cambios culturales que permitan a los sectores más pobres de la población tener acceso a una educación de excelente calidad. Esto incluye desde las estrategias de enseñanza-aprendizaje hasta los modelos de organización del trabajo escolar, pasando por las representaciones y valores de los docentes hacia la capacidad de aprendizaje de sus alumnos. Las investigaciones al respecto muestran que en las escuelas y en los docentes que logran buenos resultados en condiciones desfavorables, se encuentran una serie de características fundamentales para el éxito de la tarea educativa: confianza en la capacidad de aprendizaje de los alumnos, responsabilidad por los resultados, trabajo en equipo, proyecto institucional y dominio de un conjunto de estrategias pedagógicas que permiten responder a los desafíos de la enseñanza en esos contextos sociales. 

Asimismo, creo que en la agenda post 2015 será necesario incluir con mayor importancia todo lo relativo a la alfabetización digital y la alfabetización científica que, junto al tradicional pero siempre presente desafío de la lectoescritura, definen los aspectos centrales de una educación básica de buena calidad. 

Para pensar la educación del siglo XXI se ha dicho que tenemos dos retos y el primero se resume en el postulado aprender a aprender ¿qué implica replantear la tarea educativa como mero instrumento de transmisión de información y priorizar el proceso de aprendizaje? 
El postulado de aprender a aprender como uno de los pilares de la educación del siglo XXI fue sostenido por el Informe de la Comisión creada por la UNESCO, presidida por Jacques Delors, publicado bajo el título de La Educación encierra un Tesoro. En síntesis, lo que se quiere decir es que en una sociedad donde el conocimiento se renueva en forma profunda y acelerada, estamos obligados a aprender a lo largo de toda la vida. La escuela, en consecuencia, debe transmitir información pero esa transmisión debe estar asociada a la enseñanza del oficio de aprender, porque eso es lo que debemos hacer en forma permanente. Replantear la tarea educativa con este enfoque afecta tanto a los diseños curriculares e institucionales, como a las estrategias pedagógicas y al rol docente. Implica, por ejemplo, otorgar una fuerte prioridad a la formación básica, ya que sólo una sólida formación básica permitirá adecuarse a los cambios permanentes en el conocimiento. Implica, desde el punto de vista pedagógico, transmitir conocimientos y las operaciones cognitivas que están asociadas a la producción de dichos conocimientos (lo que algunos autores llaman metacognición y metacurriculum). Todo esto, obviamente, supone cambios significativos en el papel del docente, en su formación y en la organización del trabajo. Aprender a aprender no es un objetivo que pueda ser logrado por un docente en forma individual. Supone plazos largos, trayectorias educativas prolongadas y, por lo tanto, trabajo en equipo y un fuerte profesionalismo colectivo por parte de los educadores. 

El segundo reto, usted ha dicho que es aprender a vivir juntos ¿qué rol tiene la educación en el proceso de logran orden social, cohesión pero manteniendo nuestras identidades como diferentes? 
Aprender a vivir juntos es una exigencia de la educación del siglo XXI precisamente porque estamos frente al desafío de convivir manteniendo nuestras identidades. En este desafío es necesario hacer la distinción entre diversidad y desigualdad. La diversidad cultural es una riqueza y debe ser mantenida, pero la desigualdad es necesario reducirla al máximo. En nuestra región ambas dimensiones están asociadas. Los “diferentes” (pueblos originarios y afrodescendientes, por ejemplo) son, en su mayoría, pobres. Desde esta perspectiva, aprender a vivir juntos implica promover desde la educación, la formación de sentimientos profundos de adhesión a la justicia social. Vivimos en sociedades donde los factores tradicionales de cohesión (la Nación y el trabajo) están erosionados. Existen riesgos de ruptura de la cohesión ya sea por la expansión del individualismo a-social, promovido por la ideología del mercado en todas las dimensiones de la sociedad, ya sea por el refugio en el fundamentalismo autoritario. Al respecto, es importante destacar que ninguna pertenencia cultural puede estar asociada a la negación del otro ni a la exclusión o la marginalidad. 

La educación tiene en este punto una gran responsabilidad y significativas posibilidades de acción. En definitiva, se trata de promover, en el espacio escolar, la realización de experiencias de aprendizaje que permitan conocer y respetar al diferente, desarrollar la solidaridad y el diálogo para la resolución pacífica de los conflictos. En este sentido, las experiencias de aprendizaje pueden y deben tener contenidos diferentes según los niveles del sistema educativo que consideremos. Creo que es necesario otorgar una gran importancia en este punto a la educación superior, donde se forman las elites dirigentes y los recursos más calificados desde el punto de vista científico y técnico. La incorporación del servicio social obligatorio para todas las carreras universitarias es una de las políticas recientes de mayor significación en este campo. Asimismo, es necesario romper los ghetos escolares. Hoy, si bien todos asisten a la escuela, las escuelas suelen ser muy homogéneas desde el punto de vista de sus alumnos: (todos pobres, todos ricos, todos profesando la misma religión, etc.). Debemos promover experiencias de aprendizaje donde haya contacto directo con el diferente. En este punto, el deporte y las artes pueden ser grandes aliados. 

El rol clave que tienen los docentes no está en duda, sin embargo, no siempre son comunes las estrategias de apoyo. Según su experiencia ¿cuál es la mejor forma de potenciarlos? 
Creo que es necesario adoptar un enfoque sistémico. No existe una sola dimensión capaz de potenciar al sector docente para que asuma este papel clave que todos coinciden en asignarle. Estimo que, al menos, es necesario considerar tres dimensiones: las condiciones de trabajo, la formación y la carrera. Mejorar las condiciones de trabajo es fundamental. Esto incluye salarios pero también todo lo relativo a las condiciones de las escuelas, el espacio para trabajar y el equipamiento didáctico. La formación es un tema clave, tanto la formación inicial como la capacitación en servicio. Al respecto, todos sabemos que existe una fuerte disociación entre la formación docente y las exigencias para el desempeño. Es necesario superar esta disociación promoviendo innovaciones, asociando a las universidades con el compromiso para el diseño de estrategias pedagógicas susceptibles de ser aplicadas en las escuelas, diversificando las modalidades de la capacitación en servicio a través del uso de visitas de estudio y de capacitación en el lugar de trabajo. Con respecto a la formación docente será necesario prestar mucha atención a la formación de formadores. Por último, una dimensión muy importante es el diseño de modelos de carrera docente, que permitan evolucionar profesionalmente sin necesidad de dejar la sala de clase.


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